El chico que dibujaba constelaciones

Esta novela cuenta la historia de Valentina, una joven que trabaja en la casa de unos señores en la década de los sesenta y en cuya rutinaria vida irrumpe Gabriel, el hombre que le ayudará a ganar confianza en sí misma y le hace ver que todo es posible. En él vamos repasando la historia de amor entre Valentina y Gabriel y paralelamente la historia de España, desde los tiempos de la dictadura hasta la actualidad.

Me ha gustado el fiel reflejo que hace de lo que es una historia de amor, con sus rutinas, sus luces y sus sombras; con este libro puedes pasar un rato muy agradable y, sobre todo, te deja con una sonrisa. Es cierto que es un libro romántico y eso no puedes perderlo de vista, pero también te narra todos los momentos menos buenos y no tan idílicos que ocurren en las relaciones de pareja y más cuando se prolongan a lo largo de toda una vida.

Todo está narrado desde la perspectiva de Valentina, la vas siguiendo a largo de su vida y vas conociendo cómo evoluciona su historia de amor y su vida, algo que también me gustó mucho de esta historia es poder acompañar a Valentina a lo largo de su desarrollo como persona, que, pese a las dificultades de la época al ser mujer, va desafiando y enfrentándose al que, en principio, iba a ser su destino.

Un libro ágil y de lectura rápida, escrito con un vocabulario sencillo que, aunque a veces me ha resultado un poco cursi (quizá porque la novela romántica no es el género que leo más habitualmente) también muestra esa otra parte de las historias de amor, esa que muchas veces no se cuenta o muestra y le da ese contrapunto de realidad que te hace empatizar más con la historia.

En resumen, un viaje a través de esas constelaciones que van formando parte de su historia, la que podría ser la historia de nuestros abuelos, de la que también formamos parte todos nosotros.